Consumo y producción sostenible de ropa: un enorme desafío social y ambiental

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Son escasos los productos y procesos en la vida cotidiana del ser humano que no generen un considerable impacto negativo en los recursos naturales y el medio ambiente; y la industria textil, a escala mundial y local, es uno de los modelos de negocio que más aportan a las emisiones de gases de efecto invernadero, la contaminación de las fuentes hídricas y la acumulación de desechos en rellenos sanitarios, lo cuales tardan cientos de años en degradarse. 

En las últimas décadas, los colectivos y las ONG ambientales, además de evidenciar incansablemente los inauditos niveles de contaminación de esta industria, que tiene como testigo al desierto de Atacama en Chile, convertido en el mayor vertedero de ropa del planeta, también han visibilizado la explotación y las precarias condiciones laborales bajo las cuales se producen las colecciones de ropa de famosas marcas y plataformas de venta digital como Shein, Temu, H&M, Zara, Bershka, Stradivarius, Forever21, Primark, entre muchas otras, que son masivamente consumidas en el mundo al ofrecer prendas a precios extremadamente accesibles y que se acoplan a las últimas tendencias de la moda. 

Ante las deficientes políticas y normativas en el mundo para regular la sobreproducción de textiles, la condiciones laborales de las fábricas (ubicadas en su mayoría en países con altos niveles de pobreza y desigualdad social) y los procesos de clasificación y desecho de residuos, los esfuerzos se han orientado en visibilizar las dinámicas de manipulación comercial que aplican estas marcas de moda rápida para promover la compra excesiva; y en concientizar a los usuarios para que adopten hábitos de consumo responsable. De acuerdo a cifras arrojadas por Greenpeace en 2021, de las 100 mil millones de prendas producidas al año, el 73 % termina en rellenos de basura, de las cuales gran parte fueron usadas como máximo 10 veces antes de ser desechadas. 

Promover la compra de marcas locales ha sido en el contexto colombiano una de las principales apuestas, ya que estas al no poder competir en precios con las grandes sucursales a nivel mundial, se han visto severamente afectadas. Sin embargo, esta iniciativa ha sido significativamente debatida, ya que, por un lado, no garantiza que las prendas sean sostenibles o que el usuario haga una disposición adecuada de ellas. Un ejemplo de ello, es la reciente intervención de la CARDER a la empresa Ecotextil de Dosquebradas, la cual estaba desechando sus aguas residuales sobre una quebrada del municipio. 

Por otro lado, se considera superficial no contemplar que para gran parte de la población colombiana, la cual difícilmente recibe un salario mínimo, no es rentable adquirir prendas de marcas de moda locales debido a sus altos costos. 

Aunque son diversos los factores que influyen en que el uso de ropa sostenible sea un gran desafío para el planeta, un fundamento innegable es que el impacto de esta industria en el medio ambiente sería distinto si el consumidor entendiera y asumiera su influencia en los niveles de contaminación. Es así como la moderación al momento de comprar,  la conciencia y la responsabilidad  al desechar, donar o reutilizar, son inicialmente las principales estrategias que podemos aplicar para contribuir al cuidado del planeta y su naturaleza. 

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