La paz ante todo

Por: Ramiro Antonio Osorio Jaramillo

“Una Nación que no conoce su historia,  está condenada a repetirla”. Esta, más que una frase, es un axioma. 

Quienes vemos crecer las sombras a medida que el sol de la existencia va declinando, hemos contemplado tantos amaneceres y recorrido la historia del país con gratas noticias y obviamente, también el tiempo de la patria nos ha dejado huellas de dolor en los  días aciagos, cubriendo de sangre el mapa de Colombia a tal punto que  fueron los noticieros que,  registrando las tomas violentas en diferentes poblaciones a manos de los grupos ilegales, tanto de paramilitares como de  guerrilleros; en televisión nos enseñaron geografía. 

Colombia jamás ha superado la violencia, desde la creación de la Primera República,  pasando por la Patria Boba del siglo XIX, la Guerra de los Mil días y todas las tragedias que la discordia política ha generado en el siglo XX ” cambalache problemático y febril “, como en este nuevo milenio.  

Presenciamos, nosotros los mayores, los asesinatos de grandes hombres valientes que con sus propuestas de reivindicación del ejercicio del poder fueron callados por las balas asesinas, finalizando la década de los 80 e inicios de los 90. 

Pensamos que la horrible noche había cesado y nunca fue así.  

Los colombianos jamás hemos sido capaces de superar las diferencias con argumentos y basados en el respeto a la vida,  al que piensa distinto. 

Tuvimos de pronto algunas des-escaladas de violencia basadas con la Firma del Acuerdo de Paz del Presidente Santos; pacto que de  por sí nació cojo, sin concitar a la sociedad y revestido de una minusvalía moral como mal endémico de una clase política corrupta y que por lo tanto antepone sus intereses personales al bien común. 

Defendiendo oscuros intereses, la paz se hace esquiva, siempre lo ha sido.  Solo que ahora retorna el drama y la zozobra con el vil atentado que sufrió el SENADOR MIGUEL URIBE TURBAY mientras en plaza pública exponía su tesis de la No Violencia , de No a las armas en manos de delincuentes, de cualquiera.  

Lo callaron cuando clamaba por la paz, por desarmar también los espíritus.  Una ironía, una antítesis de lo que representa una sociedad armonizada. 

Un hecho que siembra el temor y reduce las ideas de sus exponentes,  aspirantes a cargos de elección popular a manifestarlas de forma virtual,   impersonal para evitar el riesgo de ser asesinados ,  maximizando el ríe de ser objeto de desviaciones a través de las ya consabidas FAKE NEWS como factor de desinformación para pescar en río revuelto. 

Nos queda entonces sufrir como siempre una democracia falaz que elige gobernantes espurios.

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