Durante doce años, el nombre de Sandra Badillo ha sido sinónimo de turismo en Santa Rosa de Cabal. Badillo Agencia de Viajes, ubicada en el corazón de la ciudad en el Parque del Machete, no se ha dedicado simplemente a vender paquetes turísticos; ha emprendido una misión personal para potenciar y fortalecer la oferta turística de su municipio, convencida de que tiene un potencial único por mostrar.
Su trabajo va mucho más allá de las paredes de su oficina. Sandra ha entendido que el desarrollo turístico es una cadena que se fortalece eslabón por eslabón. Por ello, se ha dedicado a capacitar y profesionalizar a los actores clave del sector: desde los hoteles que reciben a los visitantes, hasta los vendedores ambulantes que ofrecen productos locales y las empresas de transporte en jeep que son toda una experiencia típica para los turistas.
“No se trata solo de que vengan, sino de que vivan una experiencia tan maravillosa que quieran volver y recomendarnos. Eso se logra con calidad, calidez y servicio”, afirma Badillo, cuyo liderazgo se caracteriza por un enfoque práctico y colaborativo.
Pero su visión no se ha limitado a las fronteras de Santa Rosa. Reconociendo la fuerza que tiene el Eje Cafetero como destino consolidado, Sandra ha emprendido giras de promoción hacia municipios como Salento y Filandia, joyas turísticas de Quindío. Allí, su estrategia ha sido personalizada y directa: visita hotel por hotel, (PIT), y habla con tour operadores para presentarles de primera mano todo lo que Santa Rosa de Cabal tiene para ofrecer.
“Muchos operadores en el Quindío conocen los termales, pero no saben de nuestras cascadas, de nuestras rutas de café, de nuestra gastronomía o de la calidez de nuestra gente. Mi labor es ir y decirles: ‘Miren, tenemos esto y mucho más, trabajemos juntos’”, explica la empresaria.
Su esfuerzo incansable por tejer redes y posicionar a Santa Rosa en el mapa turístico regional ha sido clave para atraer un flujo de visitantes que busca experiencias auténticas más allá de los destinos tradicionales.
El legado de Sandra Badillo es una lección de amor por la tierra y de visión empresarial. Es un recordatorio de que el progreso de un destino turístico no depende solo de sus atractivos naturales, sino de la pasión y el trabajo conjunto de quienes creen en él.