Por: Ilda Viviana Ramírez Mesa
En el seno de la Perla del Otún, una jóven escritora que navega entre versos, historias de fantasía, números y música, se ha ido gestando audazmente, por sí misma, en un fenómeno literario de alto impacto. A sus 23 años y con un recorrido en la escritura de apenas un lustro, con el apoyo de su familia y pareja, Valentina Tobón Tobón ha sido incluída en más de cuatro antologías de poesía y cuentos de editoriales como Ita, Gold, Volar y Mi Máquina de Escribir.
“Tina” se caracterizó desde pequeña por su capacidad de asumir de forma integral las matemáticas y las bellas artes en su vida. Su interés por las ciencias exactas, como un legado de su madre quien se desempeñó como maestra de estas; y las humanidades, gracias al plan de estudios de su escuela que arraigó en Valentina el hábito de la lectura desde cuarto de primaria. Y propio de su ser proactivo y curioso, a los trece años sumó el violín a su portafolio de actividades culturales.
Fue hasta 9no grado, bajo el liderazgo de su maestra de español y literatura que impartió en el curso esquemas para escribir poesía, que comenzó de forma autónoma la exploración en la redacción de versos a través del Haiku, composición poética de origen japonés. Para sor
presa de quienes conocen su historia, Tina tomó la peculiar e inteligente decisión de ingresar con su beca universitaria al programa de Ingeniería Financiera de la Universidad Libre de Pereira. Su genuino deseo y proyecto de vida estuvo en aquel entonces encaminado a ejercer su profesión en entidades financieras; aunque la vida le depararía un camino distinto, sin desaprovechar sus conocimientos profesionales.
Desde su primer semestre universitario, y paralelamente a la carrera que tanto amaba, Valentina aprovechó la oportunidad de inscribirse en un curso de escritura creativa ofrecido por su institución. Lo hizo con la intención de alimentar su interés por la escritura como un pasatiempo, sin imaginar que aquella decisión marcaría su rumbo. Aunque se destacó en el curso, no estuvo exenta de dificultades: los egos y comentarios desalentadores de algunos compañeros y de su docente, quienes no veían con buenos ojos que una estudiante de matemáticas incursionara en las humanidades, terminaron por limitar su participación en las antologías del grupo.
Lejos de dejarse intimidar, su independencia y determinación la impulsaron a buscar por cuenta propia convocatorias literarias y editoriales interesadas en publicar nuevos talentos. Así, en 2019 obtuvo el segundo lugar en el Concurso de Poesía de la Universidad Libre de Pereira, y durante su etapa universitaria consiguió que varias editoriales locales difundieran sus escritos.
Una de las experiencias más duras, pero también decisivas, llegó tras graduarse, cuando inició sus prácticas profesionales. El ambiente hostil del mundo financiero la llevó a cuestionarse si ese era realmente su camino. Fue entonces cuando una de sus docentes, admiradora tanto de su rigor profesional como de su talento literario, la animó a presentarse a una entrevista en una editorial centroamericana. Valentina aceptó, y aunque en un principio la empresa dudó de su perfil, pues no buscaban a alguien con formación en matemáticas, le dieron una oportunidad. Hoy, Tina es una de las piezas humanas más valiosas de esa editorial.
Su amor por las matemáticas sigue vivo, pero transformado: se refleja en su mente estratégica, su organización y su espíritu emprendedor. Con esos atributos logró producir y diagramar, con recursos propios, su primer libro La vez que morí por segunda vez, tras la decepcionante experiencia con otras editoriales. Recuerda especialmente su frustración durante una de las Ferias del Libro de Pereira, cuando los ejemplares prometidos nunca llegaron a tiempo.
Bajo su marca Tina Dreams, Valentina ha consolidado un estilo que busca ir más allá de la palabra escrita: desea ofrecer al lector una experiencia completa. Cada uno de sus libros está acompañado por un universo visual creado junto a talentosos ilustradores locales, como Isabella Muñoz, quien participó en Encantamientos en versos, y Diego García, colaborador en La vez que morí por segunda vez.
En Valentina, quien obtuvo este año el 4to puesto en el Concurso Nacional de Poesía “Combita de Oro”, confluyen los números, las notas y las letras en una misma sinfonía de creación. Su historia es la prueba de que el arte no conoce fronteras ni disciplinas: nace donde hay curiosidad, pasión y coraje. Desde Pereira, esta joven autora continúa tejiendo sueños que, como sus versos, trascienden el papel y se convierten en inspiración.


