Homenaje a la Institución Educativa Pedro Uribe Mejía
Por: Marco A. Buitrago F. | Docente de la Institución
En las estribaciones de la cordillera andina, donde el aroma del café se funde con el verdor de las montañas, nació hace 65 años una institución destinada a transformar la vida de miles de campesinos y sus familias. El 30 de octubre de 1960, la Federación Nacional de Cafeteros sembró en la vereda El Jazmín, de Santa Rosa de Cabal, una semilla que con el tiempo se convertiría en un robusto árbol de conocimiento: la Institución Educativa Pedro Uribe Mejía.
Bautizada con el nombre del ilustre líder cafetero caldense, esta casa de estudios comenzó su andadura con la humildad que caracteriza a los grandes proyectos: apenas siete estudiantes de primaria y una maestra abnegada, Isaura Martínez, quien se desplazaba desde la vecina Chinchiná para impartir las primeras lecciones. Aquel Centro de Instrucción Rural Agrícola de Enseñanza Campesina, como se denominó inicialmente, llevaba en su esencia la noble misión de proporcionar educación de calidad y conducir a las generaciones rurales hacia las cimas del saber y la superación.
Bajo la dirección fundacional de don Manuel Barragán, y con la bendición del Presbítero Gonzalo Gutiérrez Isaza el 21 de enero de 1961, la institución inició formalmente sus labores académicas.
La década de los setenta marcó una época de transformación acelerada. En 1970, el Licenciado Hernando Garzón Arroyave asumió la dirección del establecimiento, iniciando una gestión que se extendería por más de tres décadas y que dejaría una huella imborrable en la historia institucional. Bajo su liderazgo visionario, el plantel experimentó cambios profundos: en 1972 se estableció una granja agropecuaria que permitiría a los estudiantes desarrollar prácticas agrícolas y pecuarias.
En 1974, con la Reforma Educativa, el establecimiento se erigió en Instituto Agrícola, dando comienzo a la Enseñanza Básica Secundaria. La institución no solo educaba, sino que se convirtió en centro de apoyo integral para el campesino cafetero, ofreciendo créditos de fomento, atención médica y odontológica, y asistencia técnica.
En 1979, el 3 de diciembre, se graduó la primera promoción de bachilleres agrícolas: veinte jóvenes, catorce hombres y seis mujeres, que salieron al mundo llevando consigo no solo un diploma, sino la esperanza de una región entera.
La década de los noventa también trajo desafíos únicos. En 1983 se había fundado UNISARC en el mismo campus, iniciando una convivencia que no estuvo exenta de tensiones. Sin embargo, superadas las dificultades iniciales, se conformó el llamado “Triángulo Eco tecnológico del Jazmín” junto con el Centro Internacional de Agricultura Orgánica (CIAO), estableciendo sinergias que beneficiaron a todas las partes.
Los reconocimientos no se hicieron esperar. En 1997 y 1999, el plantel ganó el concurso de Investigación Educativa de la Universidad Pinar del Río de Cuba. En tres ocasiones consecutivas, 1997, 1998 y 1999, los estudiantes se coronaron campeones de las Olimpiadas del Saber, demostrando que la educación rural no tenía nada que envidiar a la urbana. En el año 2000, la institución recibió el Premio Municipal por el liderazgo de su Proyecto Ambiental Escolar, consolidando su reputación como centro de excelencia educativa.
El nuevo milenio trajo transformaciones estructurales. En 2002, producto de la Ley 715, y su filosofía de Colegios Completos “CoCos”, la institución se expandió, incorporando quince sedes rurales de preescolar y básica primaria, convirtiéndose en una red educativa que abarcaba veredas como Guacas, Santa Bárbara, Fermín López, La Capilla, San Juan, La María, y otras comunidades. Ese mismo año, tras 32 años de dedicación ejemplar, el Licenciado Hernando Garzón Arroyave se retiró, dejando un legado imborrable. Lo sucedió el Ingeniero Agrónomo Carlos Humberto Aguirre Toro, quien asumió el desafío de consolidar la nueva estructura institucional.
Los años siguientes no estuvieron exentos de dificultades. En 2004 terminó el contrato de comodato con UNISARC, dejando al colegio sin sede propia. Esta situación llevó a la construcción de cinco aulas nuevas en el terreno de la Granja El Trébol en 2005. En 2009, la institución fue desalojada definitivamente de sus instalaciones primitivas, viéndose obligada a operar en las pocas aulas construidas en la granja. Fue un período de adversidad que puso a prueba la resiliencia de la comunidad educativa, pero que también demostró su capacidad de sobreponerse a las circunstancias más difíciles.
En 2009, el Magíster Juan Manuel Foronda Blandón asumió la rectoría, iniciando una nueva etapa de recuperación y crecimiento. En 2011 comenzó la construcción del bloque gris, símbolo de renovación física que acompañaba una renovación espiritual. La institución había aprendido que las piedras pueden derrumbarse, pero que el espíritu educativo, cuando está bien cimentado, permanece incólume.
Desde 2019 hasta la fecha, durante seis años consecutivos, la Institución Educativa Pedro Uribe Mejía ha ocupado el primer puesto como la institución educativa oficial con mejor desempeño en las Pruebas Saber a nivel departamental. Este logro extraordinario no es fruto del azar ni de la casualidad; es el resultado de años de trabajo dedicado del Magister Juan Manuel Foronda Blandón, quien como actual rector de la institución y como resultado de su visionaria gestión, ha elevado el prestigio institucional hasta posicionar al colegio como referente de excelencia académica.
Hoy, al celebrar 65 años de vida, la Institución Educativa Pedro Uribe Mejía se erige como monumento vivo a la búsqueda incansable de la excelencia educativa. Su legado está escrito no solamente en documentos oficiales y resoluciones ministeriales, sino en las vidas transformadas de miles de estudiantes que encontraron aquí no solo conocimientos, sino valores, dignidad y esperanza. Sus aulas han sido cuna de agricultores técnicos, profesionales destacados en todas las áreas del conocimiento, líderes comunitarios y ciudadanos ejemplares que han llevado el nombre de la institución a los más altos escenarios, enalteciendo la sagrada labor de la formación campesina.
Honor a sus fundadores, a sus rectores, a sus maestros, a sus estudiantes, a sus egresados y a toda la comunidad que ha hecho posible esta hermosa historia de perseverancia, dedicación y excelencia educativa.
¡Felices 65 años, querida institución! Que tu bandera siga ondeando alta, que tu himno siga resonando en los corazones de tus hijos, y que tu escudo siga siendo símbolo de orgullo para todos quienes han tenido el privilegio de formar parte de tu gloriosa historia.



