Concierto de macadamia

Por: Fabián Osorio Mosquera

La vida se parece más a ir a un concierto que a ir a un supermercado.

Ir al supermercado es una experiencia controlada. Es una actividad humana bastante práctica (también muy aburrida), utilitaria y sencilla. Elegimos lo que necesitamos, lo que más nos conviene, podemos devolver incluso cosas si -durante el recorrido- cambiamos de idea, y lo más importante: pagamos al final.

Ir a un concierto es todo lo contrario. Es una experiencia incierta y cargada de emoción. No sabemos exactamente cómo va a salir, si va a llover, si el sonido va a funcionar bien, si el show sí será como lo prometido, o incluso si lo van a postergar -pero igual apostamos por vivirlo- y, sobre todo, pagamos por adelantado. Además, mientras más expectativas tengamos en la presentación y en el artista, más estamos dispuestos a pagar y con mayor antelación.

Igualita es la vida. Lo que queramos de ella lo debemos empezar a pagar desde mucho tiempo atrás, y entre mejor sea eso que queremos, mayor costo tendrá. Debemos aplicar el esfuerzo hoy para obtener la recompensa mañana, debemos tomar decisiones difíciles ya para ver su impacto en 3 o en 5 o en 10 años.

Pero no solo eso: la incertidumbre es alta y es posible que en algunos momentos el show no salga como lo habíamos deseado, ni como habíamos imaginado de acuerdo con la preparación y el esfuerzo que habíamos aplicado previamente. A veces, no es suficiente con lo que hacemos; intervienen en él otro tipo de variables que están por fuera de nuestro margen de acción.

Nuestro trabajo, por lo tanto, no es controlar el resultado sino controlar el rendimiento. La vida es un juego de probabilidades, la vida es un juego de estadística, y nuestra tarea es aumentar las posibilidades; nuestra tarea es controlar lo que hacemos para que, con eso, incrementemos las probabilidades de que suceda lo que queremos que suceda.

Nuestro trabajo es pagar por anticipado, pero al mismo tiempo confiar que aquello por lo que no podemos pagar también salga bien.

Como el deportista que controla sus entrenamientos para aumentar sus chances de ganar al momento de competir. Como el artista que controla sus ensayos para aumentar las posibilidades de que el show salga bien cuando llega el momento de subir a tarima. Como el agricultor de macadamia que requiere 7 años para ver las primeras nueces y unos 10 a 15 para lograr el rendimiento máximo de su cultivo.

En definitiva, entendiendo que la vida que queremos no se compra a crédito, sino que se debe sembrar cada día, con la paciencia y la antelación necesarias para disfrutar en la realidad aquel concierto de macadamia que antes solo podíamos ver en nuestra mente.

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