Por: Andrés Esteban Villegas Alvarán
Santa Rosa de Cabal es el punto perfecto entre gastronomía y termales, está claro. Pero el “turismo sostenible” opaca lo que es en verdad la belleza del pueblo, su historia y la gente que lo sostiene en silencio.
¿Cuál es la verdadera identidad de Santa Rosa? El chorizo y los termales son la identidad que ofrecemos al mundo, pero ¿qué hay de lo que somos? Esta dualidad entre turismo e identidad propia deja en las sombras a nuestra historia y patrimonio.
La Villa de Don Fermín nació del empuje arriero que llegó desde la antigua Antioquia buscando un futuro mejor. Ese camino de esfuerzo levantó este pueblo en medio de tres hermosas montañas y hoy lo llamamos hogar. Aquel legado histórico todavía vive fuertemente en lugares como el Puente Centenario de Santa Ana o La Capilla, sitios que jóvenes o incluso adultos no conocen. De allí que nos preguntemos: ¿cómo cuidar lo que nos pertenece sin conocerlo?
No solo el desconocimiento del patrimonio y la historia hacen que no cuidemos nuestro pueblo, también cuando se invisibiliza a la gente que hace que esto funcione: los campesinos que cuidan con tanto esfuerzo la tierra, que mantienen viva la esperanza en el campo y las veredas; los jornaleros que pese a su duro trabajo ayudan siempre con una amigable sonrisa; las personas con quioscos pequeños, los meseros, los empleados públicos, los profesores, los estudiantes y, en general, los jóvenes. Todos ellos no esperan ni aplausos ni reconocimientos; la verdad es que mueven colinas en silencio.
Este artículo es una invitación a ver el verdadero sentido del turismo sostenible, el cual es mucho más que agua termal. Nuestra identidad es la fuerza de la gente, la ‘berraquera’ que lleva a un municipio adelante en silencio. Santa Rosa de Cabal tiene una historia, y es nuestro deber empezar a conocerla, a divulgarla y a protegerla.



