Por: Fabián Osorio Mosquera
Decirle a un niño que existe un señor gordo, de barba blanca y que anda en un trineo repartiendo regalos es como decirle a un adulto que con su voto un domingo cada 4 años las cosas van a cambiar: Fantasía pura.
Eso sí, es un cuento muy bien contado, hay que reconocerlo. En ambos casos se aprovecha la inocencia del individuo para llenarlo de esperanza por un lado y manipularlo un tanto por el otro.
“Entre mejor te portes, más regalos te traerá”. Es mentira, niño de 7 años que me lee, que afortunadamente es ninguno. Los regalos te los darán tus papás y dependerán de su capacidad adquisitiva y de su nivel de consumismo y consciencia.
“Entre más hagas campaña y luches por mí, más posibilidades tendremos de lograr ese cambio que necesitamos”. Es mentira, adulto funcional. Te están utilizando como instrumento para ganar más poder y usarlo a favor de él y de sus compinches. Y por si fuera poco, lo están haciendo con la misma palabra manoseada de siempre.
El cambio por ti esperado no lo trajo Pastraña con “el cambio es ahora” del 98’, ni Petro con ‘su gobierno del cambio’ del 2022, ni lo traerá ningún político nunca. Y el cambio que necesita el país pasará (o no) como resultado de pactos de élite y de fuerzas macroeconómicas tan poderosas que nosotros poco o nada podemos hacer al respecto. Solo nos queda madurar para dejar de creer en políticos como en algún momento dejamos de creer en Santa Claus y en el ratón Pérez, y concentrarnos y ocuparnos en lo que sí podemos controlar, cómo es -por ejemplo- cómo vamos a tratar de asumir los 1.461 días que por lo general pasan entre una elección presidencial y otra en el país del sagrado corazón de jesús.


