Navidad no siempre es alegría: el peso emocional que muchos cargan en silencio

Para muchas personas, la Navidad es sinónimo de encuentro, luces, música y tradición; donde la familia, la mesa compartida y los rituales decembrinos ocupan toda la atención. Esta época suele presentarse como un tiempo “obligatorio” de alegría; sin embargo, no todos viven estas fechas desde el entusiasmo. Para algunos, la Navidad puede convertirse en un recordatorio doloroso de pérdidas, ausencias y cargas emocionales no resueltas.

En consulta psicológica es frecuente escuchar frases como: “No sé por qué me siento así si debería estar feliz”. Esta contradicción genera culpa y silencio. Socialmente se espera gratitud, sonrisa y celebración, pero emocionalmente muchas personas atraviesan duelos, rupturas, conflictos familiares o situaciones económicas difíciles que se intensifican en diciembre.

El duelo que se reactiva

La Navidad tiene una particularidad: convoca la remembranza, las sillas vacías, los platos que ya no se sirven, las voces que no están, hacen que los duelos, incluso aquellos que parecían superados, se reactiven. En nuestra cultura  colombiana, los lazos familiares suelen ser estrechos y los encuentros intergeneracionales frecuentes; en navidad la ausencia de un ser querido se siente con mayor fuerza.

Puede aparecer tras la muerte de un familiar, pero también después de una separación, una migración, la pérdida del empleo o el deterioro de la salud. El duelo no tiene calendarios y en  estas fechas, el contraste entre lo que fue y lo que es se vuelve más evidente.

Emociones “negativas” que necesitan ser escuchadas

Tristeza, nostalgia, rabia, ansiedad o soledad no son emociones incorrectas ni señales de debilidad. Son respuestas humanas ante experiencias significativas. El problema no es sentirlas, sino negarlas o reprimirlas por miedo al juicio social.

En Navidad, muchas personas se esfuerzan por “estar bien” para no incomodar a otros. Este esfuerzo sostenido puede generar agotamiento emocional, irritabilidad e incluso síntomas físicos como insomnio, dolores musculares o malestar gastrointestinal.

La carga emocional en un contexto social y económico complejo

No se puede hablar de emociones sin reconocer el contexto. En nuestro país, las transformaciones económicas, la inestabilidad laboral y las responsabilidades familiares generan una presión adicional en fin de año. Para algunas personas, diciembre no representa descanso, sino mayor exigencia: cumplir expectativas, sostener tradiciones y responder a compromisos que superan sus recursos emocionales y económicos.

Esta carga se vive en silencio, especialmente en adultos que sienten la obligación de “ser fuertes” por su familia.

Hacia una Navidad más real y compasiva

Humanizar la Navidad implica aceptar que no todas las historias son festivas. Escuchar sin juzgar, permitir espacios de conversación honesta y respetar los ritmos emocionales de cada persona es una forma de cuidado familiar y colectivo.

Pedir ayuda psicológica no es un fracaso, sino un acto de responsabilidad emocional. Acompañar a alguien que atraviesa un duelo no requiere grandes discursos, sino presencia, escucha, comprensión y respeto.

Tal vez esta Navidad no sea de alegría plena para todos y eso también está bien. Reconocer y comunicar lo que sentimos es el primer paso para transitar estas fechas con mayor conciencia, dignidad y compasión.

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