Concertación es la palabra
Por: Ramiro Osorio J
De tanto firmar LETRAS DE CAMBIO para pagarse a sí misma, la derecha recibió un cobro popular, un jab de izquierda que, más que mandarla a la lona, la puso a descansar, la hizo a un lado.
Tener en la primera magistratura del Estado a un líder de izquierda en Colombia es un anhelo popular que, después de más de 70 años, se consolidó el pasado 19 de junio de 2022.
Las luchas de Gaitán, su asesinato y el inconsecuente Bogotazo. La violencia Liberal – Conservadora. Las guerrillas campesinas de los Llanos Orientales. El golpe de Estado de Rojas Pinilla, su derrocamiento y la Junta Militar que ocupó el poder. La creación del FRENTE NACIONAL como sofisma para acabar la violencia a través de la alternancia del poder entre rojos y azules excluyendo de tajo cualquier tercería. El surgimiento de la ANAPO en 1970 que reclamó el triunfo sintiéndose víctima del fraude electoral que llevó a Misael Pastrana a la Presidencia y motivó la creación del M-19 para actuar en la clandestinidad junto a los grupos subversivos de los años 60 como las FARC y el ELN, entre otros, que venían enfrentándose al Establecimiento en busca del poder, e hicieron válida la premisa de combinar todas las formas de lucha sin reato, sin escrúpulos, con el lema maquiavélico “el fin justifica los medios”, que dieron como resultado la formación de los grupos paramilitares como respuesta para suplir la ausencia del Estado y proteger la propiedad privada. Los múltiples y fallidos intentos de firmar la paz de Belisario y la toma del Palacio de Justicia. Virgilio Barco y la desmovilización del M-19. La Unión Patriótica como partido político actuando de acuerdo a la Constitución y la Ley, su posterior exterminio mediante la guerra sucia. Los asesinatos de los candidatos presidenciales: Jaime Pardo Leal, Luis Carlos Galán, Manuel Cepeda, Bernardo Jaramillo y Carlos Pizarro. La violencia y el terrorismo desatado por Pablo Escobar y los demás carteles del narcotráfico. La Séptima Papeleta y la Asamblea Nacional Constituyente que redactó la nueva Constitución del 91 en el gobierno de César Gaviria. El recrudecimiento de la violencia por parte de grupos armados guerrilleros y paramilitares, la desmovilización de estos últimos en el gobierno de Uribe. La firma del Acuerdo de Paz de Juan Manuel Santos en 2016, el referéndum donde gana el NO a la firma de éste y la imposición del Acuerdo de Paz en el Teatro Colón.
Toda esta cadena de acciones políticas, unas, y violentas las más, amenazaron la democracia colombiana. La Izquierda estuvo presente en todas las contiendas electorales durante estos más de 70 años, tratando de conquistar el poder en las urnas, pero siempre saliendo derrotada.
Por fin, ahora, la Izquierda puede celebrar la victoria con Gustavo Petro, Presidente 2022 – 2026 después de una campaña que tuvo más de bajeza de ambos lados, que de virtud y propuestas y que se realizó a través de lo más ordinario y funesto multiplicado en las redes sociales.
Ante este escalofriante antecedente histórico no le queda más al nuevo gobierno que se estrena en el poder pregonando la SOCIAL DEMOCRACIA que convocar a un gran Pacto Nacional para que se acaben los odios, la polarización y se consolide la unión por el bien de la patria. Difícil tarea para Gustavo Petro, no tanto para consolidar la unidad de la nación, como si para cumplir sus promesas de campaña basada en la paternidad estatal a todos aquellos que están esperando vivienda y educación superior gratuita, remuneración salarial por parte del Gobierno para quien no tenga empleo, pensiones o subsidios mensuales para las madres cabeza de hogar. Difícil, repito, ante todo si el sector productivo y la confianza inversionista se ven amenazados con medidas de choque que causarían pánico económico y a su vez conducirían al caos, a la pobreza y a la anarquía generalizada.
CONCERTACIÓN es la palabra. Sí al Gobierno le va bien, señor Presidente electo Gustavo Petro, al país le va mejor.
PUDO MÁS EL HASTÍO QUE EL TEMOR
