Opinión

BIPOLARIDAD: Zig Zag de-mente.

Por: Martín Alberto Mariño.

El profético -predestinado- poniente de nuestra condición humana;  su naturaleza, espíritu y lógica, si lo quisiéramos, podría invertirse;  se minimizarían los momentos de difícil convivencia. Cada vez que  avanzamos con anteojeras mirando sólo al frente, visualizando el anhelado cercano o lejano horizonte, sin mirar hacia atrás o a los lados; demostramos que el entorno y sus maravillas poco interesan. Caminar sin pensar, sentir, demostrar y dar amor, solidaridad, simpatía y empatía paraliza el corazón y se confunde la razón; se fortalece el ego y con ello se estaciona en el alma la indiferencia que es intolerancia ante lo diverso y diferente.

Es necesario referir las sentidas y concretas circunstancias de los seres bipolares. No es justo que hoy, cuando se conoce tanto de esta anomalía, los tratemos de locos y los culpemos de su condición o trastorno involuntario. Hacerlos sentir culpables es ofensivo. Se deben erradicar expresiones como:…”No estás poniendo de tu parte…Todos tenemos malas rachas… modifique su verraco mal genio…Te sucedió por distraído…. Que les diga el sabelotodo”, etc.

Consultado un galeno amigo me explicaba que…” la bipolaridad no es un problema de personalidad o de carácter incontrolable, tampoco es una enfermedad asociada a comportamientos violentos o peligrosos. El acompañamiento consciente, las respuestas honestas, el silencio oportuno y el mantenimiento de la medicación así se sienta estable son ayudas indispensables en casa y fuera de ella “.

Bipolaridad sonámbula e itinerante entre luces y oscuras sombras; complejo estado humano de aquel paciente que, sin saberlo, con su alma, cuerpo y mente, lucha como épico guerrero entre la duda del “ser y no ser”, del querer y no poder.

Confusión perenne que viaja delirante y muda por laberintos de tristeza y alegrías, de amor y odio, manía y depresión.

“Extremos, en norma convertidos” que, consciente o inconsciente, daño causa al amigo, al hermano, al hijo, al ser querido que poco o nada entiende de aquella realidad fluctuante entre lo dulce e irascible, la locura y la cordura donde el actor culpable no es culpable.

Confusa “sin razón” de cambios anormales en el ánimo y humor que sólo la comprensión y la familia alivian con simpatía y empatía, constante compañía, tolerancia, fe y sincera lidia, reflexión, sabiduría y mucho amor.

Articulos relacionados

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Compruebe también
Close
Back to top button